Lo que hace que consigamos nuestros objetivos cuando algo nos gusta es una serie de condiciones que nosotros mismos nos obligamos a cumplir con disciplina y pasión. Por ejemplo si yo me propongo subir un gran puerto con la bicicleta porque me gusta el ciclismo lo único que me hace ser capaz de llegar arriba es que visualizo y me imagino ya en la cima de esa montaña, si perdiera esta perspectiva los motivos para abandonar serían variados, demasiado esfuerzo, dolor de piernas, nunca llegaré, etc.
Gestionar hoy día una empresa en un entorno de continuos sobresaltos, cambios bruscos del mercado, gran nivel de incertidumbre y alta velocidad de novedades en el mercado puede acabar anulando nuestra visión que es lo único que nos hace levantarnos tantas veces como nos caigamos.
El perder de vista la visión en la empresa hace que en lugar de propuestas haya quejas, la culpa de todo siempre sea externa, no seamos un auténtico equipo, la innovación desaparezca por no tener criterios compartidos, se deje de tener en el centro al cliente, cada uno se establezca en su zona de confort, etc.
Si dejamos de visualizar periódicamente la visión perdemos la ilusión, perdemos la referencia que nos hacía luchar con decisión y valentía, que nos hacía resistentes a todos los inconvenientes que iban surgiendo por el camino, que nos hacía ver los problemas a su tamaño real y no aumentados y nos hacía ver las oportunidades de mejoras como retos a nuestro alcance antes de que lo viesen nuestros competidores.
Cuando nos olvidamos demasiado tiempo de la visión perdemos fuerza, carácter, optimismo y esto nos debilita, nos perdemos y nos olvidamos de nuestros valores que nos guiaban y nos diferenciaban, perdemos la capacidad de saber priorizar y nos enredamos en invertir nuestro tiempo en cosas nada productivas, en pensamientos negativos, en hablar más del pasado que del futuro, perdemos nuestra esencia y así nunca conseguimos la excelencia.
Si recordamos con regularidad la visión y se la transmitimos a nuestro equipo todos nos contagiaremos de la pasión necesaria para llegar lejos juntos y en armonía.
Cuando olvidas la visión pierdes el tiempo contemplando los problemas y te lamentas en lugar de ir a por ellos.
Cuando olvidamos nuestra visión no hay horizonte y solemos perder la capacidad de visión global de nuestro mercado con lo cual tampoco podemos diseñar una estrategia correcta y así nos perdemos en el laberinto del caos del día a día.
La emoción es lo que produce el movimiento, la acción, pero para sentir esa emoción no podemos tener amnesia con la visión porque ahí está el motivador principal, la capacidad de imaginar, de soñar, de alcanzar lo que nos hemos propuesto.
Hay un dato escalofriante que asegura que el 74% de los empleados en situaciones difíciles bajaron la productividad, seguro que ya no tenían visión ni ilusión que alcanzar.
Ya que sabemos que sin formación desaparece a largo plazo la motivación aprovechemos la misma para recordar y ensalzar la honorable visión de nuestra compañía.
Nuestra propia auto-motivación y la motivación de los demás se produce desde dentro hacia fuera y no hay nada más poderoso para inspirar esto que una visión entusiasta.
Si no hay visión, no hay metas ni objetivos claros y entraremos en un ciclo de aburrimiento y apatía, de desilusión y de pasotismo, por eso es tan importante que cuando entra alguien nuevo en nuestra empresa tengamos un proyecto atractivo.
Sin una visión en la mente aquellas personas que sean válidas por sus aptitudes con la P de profesionalidad tendrán una mala actitud con C de comportamiento y acabarán o abandonando el equipo o tendremos incluso que invitarlas a ello nosotros mismos siendo los culpables por no haber sabido transmitir y contagiar esa visión positiva para todos.
El buen clima laboral entre otras cosas necesita tener un buen referente y a ello contribuye de una forma muy potente una buena visión ilusionante que debemos recordar y reforzar en los momentos clave de dificultades o cambios drásticos necesarios.
La emoción de los empleados se traslada más fácilmente a emocionar a los clientes y para ello puede ayudar mucho que todos tengamos una visión común e inspiradora.
Me despido como siempre deseando muchos éxitos a los visionarios y deseando mucha suerte porque la van a necesitar a aquellos que o no tienen o han olvidado la visión de su empresa y con unas frases para nuestra reflexión:
– Establecer metas es el primer paso para volver visible lo que era invisible.
– A largo plazo los hombres solo alcanzan a lo que apuntan.
– Las metas ayudan a convertir tu energía en acción.
– Saber luchar es importante, saber porqué luchar es imprescindible.
José Carrasco
FERSAY GROUP.
Blog: www.josecarrascolopez.com