Las confusiones entre estos dos conceptos provocan múltiples problemas en las empresas y en las emociones de las personas y pueden perjudicar gravemente al buen desarrollo del negocio por lo que conviene saber separar ambas palabras y ambos pensamientos o afirmaciones demasiado rápidas y sin haber analizado con el detalle necesario cada situación. Los datos fríos pueden resultar muy peligrosos sobre todo si no se analizan bien.
En la actualidad la necesidad de cambiar, mejorar, transformar e innovar es continua y por eso hay más riesgos que nunca en las acciones que realizamos en el día a día de nuestra compañía.
Por todo esto todas las personas nos vemos sometidas a tomar decisiones que no siempre van a suponer un acierto del 100% a la primera y por esto mismo hay que separar errores que podamos cometer por el camino con el fracaso que sería la consecuencia de no hacer nada por avanzar.
El no permitir errores robotiza a la gente y jamás podremos exigir después iniciativa y hoy día es imposible que funcionemos bien si el equipo no tiene iniciativas propias.
Dicen los expertos que cuando el miedo entra por la puerta el talento sale por la ventana y si no queremos asumir ningún error crearemos una cultura del temor, del bloqueo en el personal.
Cuando el ritmo de cambios internos nuestros es menor al ritmo de cambios externos del mercado nuestro final está cerca y si queremos que nuestra gente acepte el cambio como algo normal para bien de todos, como lo van a hacer si tienen miedo?.
Otra cuestión imprescindible hoy día en cualquier organización es promover y exigir la colaboración entre las personas pero no se atreverán a colaborar de una forma sincera si tienen miedo de cometer errores. Otra habilidad muy necesaria hoy día es la curiosidad para detectar lo que pasa en nuestro entorno y detectar posibles oportunidades pero tampoco el personal estará por la labor si el clima no permite tener ni el más mínimo de los fallos.
Castiga la inactividad nos recomiendan pero no la iniciativa ni la innovación y por eso mismo no podemos reprimir a aquellas personas que se atreven a algo nuevo aunque fallen en el primer intento ya que puede que luego se pueda mejorar y se convierta en algo muy útil.
También pedimos flexibilidad y polivalencia a nuestro equipo pero ninguna de estas dos cosas se pueden llevar a la gestión del día a día si hay miedo a cometer el más mínimo de los errores.
Prácticamente no podríamos tomar decisiones si solo podemos hacer aquellas donde salga todo al 100% a la primera así que esto volvería más lenta a nuestra empresa.
Es decir, debemos aprender a que haya ciertos errores en las personas siempre y cuando al final la intención haya sido buena y no debemos comunicar nunca los fallos como si fuesen un fracaso ya que entonces se hundirá moralmente y eso es negativo para todos. Por supuesto nos referimos a errores no repetidos ya que no es malo tropezar con la piedra sino encariñarte con ella.
Muchas grandes innovaciones han salido adelante tras numerosos pequeños errores lo que pasa es que solo vemos el final de la historia pero no el camino largo y duro que hubo antes.
La gente no se hará responsable de aquello que le genere tensión si los fallos que tuvo se los hemos comunicado de forma incorrecta, hay que enfocarlo desde el ángulo de que debe mejorar aquello que no salió todo lo bien que debía. Al final un error es un como un problema es la desviación entre como se debería haber hecho algo y como se hizo y solo aprenderá nuestra gente si realmente se lo plantemos de forma correcta y sin crear menosprecio o resentimiento.
El fracaso es rendirse, es tirar la toalla, es renunciar a la acción y la toma de decisión, la inactividad o bloqueo sí es un fracaso porque es la falta de voluntad de alguien para hacer algo y el daño que se hace a una empresa es mucho sobre todo si afecta al cliente.
El fracaso es haber perdido toda esperanza de ser capaz de hacer algo con excelencia.
Por lo tanto el que lo intenta y le pone voluntad pero falla es un error y no se le puede plantear como un fracaso o el responsable final seremos nosotros mismos.
Por otro lado cuando hablamos de errores hay que tener en cuenta si nuestro personal recibe la formación suficiente y tiene los mínimos recursos necesarios para hacer bien su función ya que de lo contrario los fracasados seremos los responsables de la empresa y nadie más.
Se puede perder alguna batalla (errores) pero jamás se debe perder la guerra (fracaso).
Si alguien ve algo como fracaso solo le producirá emociones negativas y solo servirá para que se ponga a la defensiva y nunca asuma nada nuevo ni ningún otro reto. En cambio si se trata de un error o fallo se puede producir un aprendizaje muy interesante que servirá para que ante otros retos exista la posibilidad de corregir y mejorar evitando así nuevos errores.
Incluso se dice que el fracaso es el paso previo para llegar al éxito y que la zona de aprendizaje más radical está en nuestros fracasos parciales en la vida.
Pero al menos en nuestra gestión de empresas separemos el error del fracaso general y seguro que evitaremos muchos inconvenientes.
Me despido como siempre con unas frases para su reflexión y deseando mucha suerte a los que no diferencian el error del fracaso porque sin duda la van a necesitar y mucha suerte a los que saben separar y comunicar según cada caso sin mezclar ambos conceptos:
-El costo de equivocarse es menor que el costo de no hacer nada.
-Hoy en día no empezar es muchísimo peor que equivocarse.
-Si me caí es porque estaba caminando y caminar vale la pena aunque te caigas.
-Cuando uno pide que llueva no puede quejarse luego del barro.
José Carrasco
FERSAY ELECTRONICA,S.L.
jcarrasco@fersay.com